El contexto económico impacta en el incremento de la siniestralidad y de los fraudes.
A mayor incertidumbre económica, más crece la litigiosidad. Esta parece ser la síntesis de la industria del seguro versión 2022. La realidad muestra un escenario convulsionado, sobre todo en el ramo automotor: “La frecuencia siniestral ya se ubica en valores iguales o superiores a la prepandemia y el costo de los siniestros se incrementa a un ritmo superior al IPC debido al aumento en los precios de los vehículos y la escasez de repuestos”.
La complejidad de las cuentas de las aseguradoras se sostiene en que “no ha sido posible trasladar al precio los incrementos de costos siniestrales, situación que se ve reflejada en el resultado técnico negativo que presenta el mercado asegurador”.
Las compañías se enfrentan a una situación que se desprende de la inseguridad, pero también de la viveza criolla: “Las denuncias por robo parcial, especialmente el ‘robo de ruedas’ muestran una frecuencia creciente que parece no tener techo. Los costos promedios de estos siniestros aumentan a un ritmo muy por encima de la inflación y el componente de fraude asociados a los mismos se ubica en valores nunca vistos”.
Por esa razón, las aseguradoras intensifican el uso de sistemas e invierten en tecnología para atacar estas prácticas fraudulentas, “aunque los casos detectados, con suficientes elementos de prueba para lograr el desistimiento del asegurado, siguen en valores muy bajos respecto a la siniestralidad incurrida”, admite el ejecutivo.